
El pueblo de Salento y su colorido centro. Foto de McKay Savage en Flickr.
Seguramente ya ha oído hablar acerca de Salento, uno de los más bellos sitios turísticos del Quindío y de toda Colombia. Este pequeño pueblo de ensueño, situado en el corazón del espectacular Triángulo del Café y en lo alto de una planicie de la Cordillera Central, es conocido más que nada por ser la puerta principal al valle del Cocora. Sin embargo, Salento es mucho más que eso. El pueblo esconde entre sus fincas cafeteras y casas con puertas coloridas, ventanas en madera y balcones floreados varios lugares que en sí mismos son atracciones importantes.
Antes que nada hablemos del valle. Esta magnífica zona protegida es uno de los destinos más importantes del país, que suele atraer a los amantes del ecoturismo. En este verde oasis habita un maremágnum de distintas especies de fauna y flora, incluyendo la imponente palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense), árbol nacional y símbolo patrio de Colombia, que se erige en grandes números por todo el valle. ¡Puede llegar a medir más de 60 metros de alto!
En la zona turística del valle encontrará varios restaurantes y lugares para acampar, así como una gran variedad de actividades para todos los gustos y edades: senderismo ecológico, paseo a caballo, ciclismo de montaña y observación de aves. La actividad favorita es, por supuesto, la excursión a pie por el sendero que recorre una gran parte del valle del Cocora, y que permite atravesar un largo prado con vacas y caballos, el bosque nuboso, puentes colgantes y estrepitosos ríos.
Durante esta travesía llegará a la Reserva Natural Acaime, el lugar ideal para descansar, degustar una bebida caliente con una rebanada de queso y sentarse a disfrutar la flora y fauna nativas. Es famosa por ser el hogar de cientos de colibríes multicolores, que revolotean sin parar alrededor de los bebederos, turistas y cámaras.
Después es hora de enamorarse del pueblo de Salento. La vida comunitaria gira en torno a la Plaza de Bolívar, un pequeño espacio público rodeado por las construcciones más bonitas del lugar, donde se pueden apreciar un par de monumentos conmemorativos, las típicas palmas de cera, varios restaurantes y los tradicionales Jeep Willys, el medio de transporte más común en el eje cafetero de Colombia. En uno de los lados de la plaza se levanta majestuosamente la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, que fue edificada en 1843 y remodelada dos veces en el siglo XX, luego de quedar dañada por un par de terremotos. En la plaza también nace la Calle Real, la más bella del pueblo, en cuyos costados se aglomeran restaurantes típicos, bares, tiendas de artesanías y souvenirs, y uno que otro hotel. El ambiente colonial de esta zona es ideal para disfrutar de una tarde en familia o, para los más atrevidos, una caminata hasta el mirador Alto de la Cruz, que se encuentra al final de la calle. Para llegar a él se tienen que escalar 253 escalones, donde van apareciendo imágenes del viacrucis que realizó Jesucristo cuando caminaba al Calvario. Una vez arriba se puede gozar de increíbles vistas de todo el pueblo y, en días despejados, incluso del valle del Cocora.
Por último, no olvide probar la deliciosa trucha en uno de los tantos restaurantes que hay en la Plaza de Bolívar. Los precios son muy accesibles y tenga por seguro que le servirán la pesca del día, en su punto. Obviamente no puede faltar el tradicional y gigantesco patacón. Ya sea a la plancha o al ajillo, ¡nunca probará algo tan exquisito!
¿Listo para venir a Salento?
*Fotos 2-4: © 2015 Todos los derechos reservados por Daniel Adame – México
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